En mi cuarto estoy. Acostado con la panza hacia arriba mirando el cieloraso. Deben ser las cuatro de la tarde. El calor que hace produce transpiración hasta en las paredes. Empero busco quedarme dormido porque estoy cansado. Comienzo a oír un golpeteo y murumuros desde el armario. Entreabro los ojos, no demasiado, para intentar ver qué está sucediendo. La puerta del closet está vibrando con fuerza. Mi corazón acelera su palpitar y estoy invadido de temor. Me cubro completamete con las sábanas y contengo la respiración. Sé que hay alguien más conmigo acá. El murmuro se hace más notable y ahora parece venir desde distintos puntos. Estoy pensando que quizá no es miedo lo que siento sino otra cosa. No es una presencia maligna, estoy seguro. Algo roza las sábanas y acelera mi palpitación al máximo. Pregunto quién está conmigo y nadie responde. Un gato llora de celos fuera de la casa. No soporto la tensión y descubro las sábanas para ver quién es el que está jugando conmigo.


«Tú…» titubeo, mirando a quien se encuentra conmigo en la habitación. Era la niña, la niña fantasma. Ella comienza a decir unas palabras que no comprendo, ni me suenan a ningún idioma


«Tita buuta vlake vloka»


«¿Qué?» pregunto, desconcertado.


«¡Vril, Vril! ¡VRIL!»

Comentarios