Fuera del lenguaje

 Un hombre se detiene frente a un cartel de publicidad. El cartel le seduce a comprar, a pecar. El cartel le seduce a oír. Abre su móvil y le llega una notificación. Es su madre que le recuerda que no llegue tarde al trabajo. Todo es lengua, como un buen beso francés. El ángel es solo una mirada por el quantum. Toma la mano del ángel, el tuyo, el que está de tu parte. No hay tregua. Somos partidarios de una misma guerra. El ojo mira desde cada núcleo atómico. El arcoiris crece en cada molécula. Guiño, guiño viene guiño va. Las rocas palpitan, el rio tiene vertiente en tu boca. Sale el sonido de la garganta y viaja por el valle, pega en una roca, se desliza entre las pieles de un sauce, se duerme en un estanque. Se convierte en eco del lenguaje.

Estar fuera del universo implica dolor, implica desafío y osadía. Es DIFICIL mantenerse ecuánime en el borde del río. Nadie puede estar en el borde. Solo el héroe mitómano se para con coraje y convicción, al borde del universo, como quien ve desde un palco la obra magna. Sí, el ojo nos guiña, el telón se abre. Somos estrellas fijas que brillamos con honor


¿no es así?

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